Wednesday, February 07, 2007

Una serie de catastróficas desdichas de SusieQ (y III)
Aún estoy afónica. Pero la peor de las catastróficas desdichas no es otra sino que mi programadísimo fin de semana en Madrid que yo planeé, reservé, ajusté al calendario e incluso pagué, se quedó ahí, en mi cerebro, y yo me quedé en mi sofá de Diagonal Mar sin casi poder lamentarme a causa de la fiebre. No vuelen ustedes lectores con Iberia. Ni siquiera pude cambiar de nombre o de fecha los billetes. Ahora sí que me lamento, y me doy cuenta de que lo que más voy a echar de menos de todo lo que he perdido es precisamente un fin de semana que nunca había tenido en el bolso (exceptuando el plano de Madrid que imprimí) pero que planteé con ilusión, mucha. Tanta, que creo que la he malgastado y ahora tardaré un tiempo en reunir de nuevo una poca.

Tuesday, February 06, 2007


Una serie de catastróficas desdichas de SusieQ (II)
Hola...sigamos, porque me quedé en la pérdida y posterior reencuentro de parte de mis cosas. Bien, al día siguiente, intentado poner al mal tiempo buena cara, me levanto con unos ataques de tos que acaban desembocando en vómitos y en dolor de garganta, aunque aún así me voy a no-trabajar/ocupar mi puesto en el nido de los pájaros narajas. Sin poder ni habar de la tos, al fin me puedo marchar a casa a descansar y el resto de la tarde lo paso en el médico -que considera que todo es fruto de los nervios de la tarde anterior y pretende doparme con un diazepán para que me vaya a dormir- y el sofá, con fiebre alta. Entre pesadillas, jarabes y gelocatiles, sueño con el momento en que me robaron el bolso.

Monday, February 05, 2007


Una serie de catastróficas desdichas de SusieQ (I)
Aún a riesgo de convertir este blog en una papelera de quejas (no hay más que ver las dos anteriores entradas) e intentando darle un toque simpático para que no sea así voy a explicar la serie de catastróficas desdichas acaecidas sobre mi persona en los últimos días. Comienzo por la del jueves: me roban el bolso. Momento de caos, gritos, ir corriendo a la comisaría, dar de baja el móvil, la targeta de crédito... Cuando ya comenzaba a asumir que realmente en un segundo había perdido muchos objetos de valor económico y sentimental por un **** despiste y comenzaba a perder la esperanza de encontrar nothing de nothing, siguiendo los pasos habituales de las víctimas de robos de bolso me dispuse, con la compañía de mi novio, a dar una vuelta por los alrededores y, cual homeless, buscar entre los contáiners de los bcnetas por si lo habían tirado. Nada más llegar él ve a dos chicos jóvenes, negros, uno de los cuales lleva en la mano mi llavero. Inconsciente como soy salí a correr detrás y empecé a gritarle que me devolviera mis cosas y que me había robado el bolso. Pobre chico, que seguro que no tenía papeles, se pegó un susto de muerte, y me juró y me perjuró que no había sido él y que se lo había encontrado. Los cuatro nos fuimos andando por callejuelas pequeñas y poco iluminadas y dentro de un contáiner allí estaba mi bolso: al menos había recuperado las llaves, el bolso, la agenda y un libro. El resto, voló.