Un rato en un bar
(Historia de Anónimo J. por Susie Q)
El joven estudiante de oposiciones abandonó, no sin pena, al Niño con el Pijama de Rayas, y abrió el grueso temario. Cuando llevaba un rato concentrado, unos gritos de mujeres le distrajeron. En la mesa de al lado había 3 pijas que venían de las rebajas:
- Mira qué moooooooono y sólo por 8 eeeeeeeeeuros!!!
- Tía qué pasaaaaaaaada!!!
Las mujeres en general solemos tener un tono de voz bastante agudo. Los chillidos y ruiditos desconcertaron al futuro funcionario y comenzó a reparar en la gente a su alrededor. A un lado de la barra, unos hombres con traje y pinta de tener despacho y secretaria en alguna oficina de Paseo de Gracia. Medio borrachos, con las cañas en la mano, discutían sobre el equilibrio del sistema de cotización a la seguridad social interrumpiéndose, como si les fuera la vida en ello. Al otro lado de la barra, un tío aburrido le iba dando conversación a la camarera y elevando la voz para mantener el diálogo cuando la chica se alejaba un poco para poner un café o hacer un bocadillo. Parecía no importarle tener que compartir la atención de ésta con un tío que, gritando a propósito para que le oyera todo el bar, exclamaba:
- ¿A que se parece mucho el tío de la tele a éste? (la persona que, avergonzada, se sentaba a su lado)
- Se da un aire (la camarera; por decir algo, por cortesía, por ver si el otro la dejaba en paz, imagino)
- (Satisfecho) Eso es lo mismo que dice mi mujer (y llama por el móvil a alguien para contárselo)
El joven decidió marcharse, en vista de que ya no iba a poder volver a retomar los apuntes sobre el Tribunal Constitucional. En la terraza, en pleno mes de enero, el grupo de yuppies en la treintena habituales en el bar repasan a todas las tías que alcanzan con la vista. Sí, también a la camarera…
(Historia de Anónimo J. por Susie Q)

El joven estudiante de oposiciones abandonó, no sin pena, al Niño con el Pijama de Rayas, y abrió el grueso temario. Cuando llevaba un rato concentrado, unos gritos de mujeres le distrajeron. En la mesa de al lado había 3 pijas que venían de las rebajas:
- Mira qué moooooooono y sólo por 8 eeeeeeeeeuros!!!
- Tía qué pasaaaaaaaada!!!
Las mujeres en general solemos tener un tono de voz bastante agudo. Los chillidos y ruiditos desconcertaron al futuro funcionario y comenzó a reparar en la gente a su alrededor. A un lado de la barra, unos hombres con traje y pinta de tener despacho y secretaria en alguna oficina de Paseo de Gracia. Medio borrachos, con las cañas en la mano, discutían sobre el equilibrio del sistema de cotización a la seguridad social interrumpiéndose, como si les fuera la vida en ello. Al otro lado de la barra, un tío aburrido le iba dando conversación a la camarera y elevando la voz para mantener el diálogo cuando la chica se alejaba un poco para poner un café o hacer un bocadillo. Parecía no importarle tener que compartir la atención de ésta con un tío que, gritando a propósito para que le oyera todo el bar, exclamaba:
- ¿A que se parece mucho el tío de la tele a éste? (la persona que, avergonzada, se sentaba a su lado)
- Se da un aire (la camarera; por decir algo, por cortesía, por ver si el otro la dejaba en paz, imagino)
- (Satisfecho) Eso es lo mismo que dice mi mujer (y llama por el móvil a alguien para contárselo)
El joven decidió marcharse, en vista de que ya no iba a poder volver a retomar los apuntes sobre el Tribunal Constitucional. En la terraza, en pleno mes de enero, el grupo de yuppies en la treintena habituales en el bar repasan a todas las tías que alcanzan con la vista. Sí, también a la camarera…
3 comments:
¿¿¿No te da la impresión de que en ciertos bares, donde van los guais de Barcelona, los camareros/as adquieren un aura de estrellas del pop??? Es como si fueran personas súper guais, inalcanzables...
yo habría empezado el realto:
-un ya no tan joven aspirante a funcionario...
:)
Mira, hablo la colegiala...
Anda, no me tires de la lengua.
J.
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